viernes, 24 de junio de 2016

¿Es el inicio del nuevo nacionalismo en el mundo?

¿Es el inicio del neo-nacionalismo?: ¿Quiénes son los votantes de Trump y quiénes son los que ganaron por estrecho margen la salida del Reino Unido de la Comunidad Europea? No es un ciudadano neoyorquino ni de L.A. No un ciudadano de Londres o Liverpool. Los que apoyan a Trump y al Brexit son ciudadanos caucásicos de clase baja o media con poca educación superior. Ciudadanos hartos de la globalización de moda en los últimos 20 años. ¿Por qué? La globalización a mi juicio no es sino la posibilidad para las empresas de poder expandir sus mercados eliminando barreras arancelarias y gozando de la mano de obra más barata en cualquier parte del mundo y ciertas flexibilidades que otorgue el país anfitrión que busca atraer inversión. Este modelo trae como consecuencia, para empezar, que la empresa, digamos norteamericana, afincada en una pequeña ciudad la deje para irse a otro país. Lo que origina la pérdida de empleo del ciudadano menos preparado y menos competitivo. Esa empresa se va al país de la mano de obra más barata lo que ayuda a la macroeconomía de este, donde invierte y crea puestos de empleo, no muchos, pero así contribuye en ese país al modelo del “chorreo o goteo” según la situación de cada nación. 

La globalización, además, ha originado, por presión de los países pequeños que se unen para negociar mejores oportunidades y por la tendencia de la corriente de igualdad de derechos en el mundo, que se eliminen las barreras de visas y se permita la inmigración muchas veces ilegal y asolapada. Los ciudadanos de los países con menos oportunidades por pobreza o por guerra salen de esos países devastados para irse a los países más desarrollados, digamos de Europa y los Estados Unidos. Estos ciudadanos acostumbrados a trabajar por poco llegan e inundan países donde los derechos y las oportunidades son inmensas en comparación a sus países de origen, donde la vida es muy dura, por decir lo menos. Por ello, son altamente competitivos en términos de hacer lo que sea y ganando lo que sea, lo que origina, además, una distorsión en los países que reciben esta emigración. 

Además, existe un grupo de estos inmigrantes, los más emprendedores, que salen adelante y logran desarrollarse en los países de oportunidades para finalmente lograr una posición predominante. Los ciudadanos oriundos del país desarrollado (valga decir cuyos padres y abuelos emigraron en el siglo XIX para el caso de EEUU) de mayoría caucásica, pero que en su conformismo, no han estudiado ni han intentado superarse. En otras palabras, los más vulnerables o los menos preparados, son los primeros en verse perjudicados porque la empresa nacional abandone su país matriz o por la llegada de los emigrantes de países pobres que inundan el nuevo país exigiendo imponer cultura, reclamar derechos e igualdad y les quitan trabajo, porque su mano de obra es mucho más barata y es menos exigente por su condición original. Entonces, los ciudadanos oriundos, menos preparados, ven como su país se empieza a llenar de emigrantes que les quitan trabajo y oportunidades o que la fábrica de la ciudad cerró porque se fue a otro país más barato, que un emigrante alcanzó una posición alta en la sociedad por lo que lo supera, y todo esto sumado por un lapso de veinte años ha originado que este ciudadano oriundo o nacional haya llegado a una situación de total hartazgo y vea con malos ojos al emigrante o rechace cualquier situación que implique globalización. 

Finalmente, luego de más de veinte años de este modelo. Empiezan a surgir las primeras consecuencias de este desencanto. El neo-nacionalismo, la voz de protesta que Trump tan inteligentemente ha captado de sus votantes y el referéndum de Reino Unido por el Brexit que ni el gobierno ni las ciudades cosmopolitas apoyaron, son un reflejo de esta tendencia y las primeras acciones visibles. Esto, obviamente, es un retroceso. El panorama es incierto, seguirán apareciendo líderes nacionalistas y acciones que busquen desprenderse de la corriente global que fue la tendencia del mundo en los últimos veinte años. Aunque, aún la corriente globalizadora es el eje en la forma de pensar de las transnacionales y los consumidores de las grandes ciudades, hay que tener en cuenta que estos no son la mayoría, sino el Brexit no hubiera ganado, aunque sea por margen estrecho. Veremos cómo le va a Trump en las presidenciales, un candidato que claramente tiene el voto nacionalista poco ilustrado, el gringo de adentro; en contra del voto moderado, liberal, cosmopolita, de los que apoyarán a Hilary. Si Trump triunfa será la segunda victoria del neo-nacionalismo y estoy seguro el comienzo de una nueva era. 

¿Es el inicio del nuevo nacionalismo en el mundo?

¿Es el inicio del neo-nacionalismo?: ¿Quiénes son los votantes de Trump y quiénes son los que ganaron por estrecho margen la salida de GB de la Comunidad Europea? No es un ciudadano neoyorquino ni de L.A. No un ciudadano de Londres o Liverpool. Los que apoyan a Trump y al Brexit son ciudadanos caucásicos de clase baja o media con poca educación superior. Ciudadanos hartos de la globalización de moda en los últimos 20 años. ¿Por qué? La globalización a mi juicio no es sino la posibilidad para las empresas de poder expandir sus mercados eliminando barreras arancelarias y gozando de la mano de obra más barata en cualquier parte del mundo y ciertas flexibilidades que otorgue el país anfitrión que busca atraer inversión. Este modelo trae como consecuencia, para empezar, que la empresa, digamos norteamericana, afincada en una pequeña ciudad la deje para irse a otro país. Lo que origina la pérdida de empleo del ciudadano menos preparado y menos competitivo. Esa empresa se va al país de la mano de obra más barata lo que ayuda a la macroeconomía de este, donde invierte y crea puestos de empleo, no muchos, pero así contribuye en ese país al modelo del “chorreo o goteo” según la situación de cada nación. La globalización, además, ha originado, por presión de los países pequeños que se unen para negociar mejores oportunidades y por la tendencia de la corriente de igualdad de derechos en el mundo, que se eliminen las barreras de visas y se permita la inmigración muchas veces ilegal y asolapada. Los ciudadanos de los países con menos oportunidades por pobreza o por guerra salen de esos países devastados para irse a los países más desarrollados, digamos de Europa y los Estados Unidos. Estos ciudadanos acostumbrados a trabajar por poco llegan e inundan países donde los derechos y las oportunidades son inmensas en comparación a sus países de origen, donde la vida es muy dura, por decir lo menos. Por ello, son altamente competitivos en términos de hacer lo que sea y ganando lo que sea, lo que origina, además, una distorsión en los países que reciben esta emigración. Además, existe un grupo de estos inmigrantes, los más emprendedores, que salen adelante y logran desarrollarse en los países de oportunidades para finalmente lograr una posición predominante. Los ciudadanos oriundos del país desarrollado (valga decir cuyos padres y abuelos emigraron en el siglo XIX para el caso de EEUU) de mayoría caucásica, pero que en su conformismo, no han estudiado ni han intentado superarse. En otras palabras, los más vulnerables o los menos preparados, son los primeros en verse perjudicados porque la empresa nacional abandone su país matriz o por la llegada de los emigrantes de países pobres que inundan el nuevo país exigiendo imponer cultura, reclamar derechos e igualdad y les quitan trabajo, porque su mano de obra es mucho más barata y es menos exigente por su condición original. Entonces, los ciudadanos oriundos, menos preparados, ven como su país se empieza a llenar de emigrantes que les quitan trabajo y oportunidades o que la fábrica de la ciudad cerró porque se fue a otro país más barato, que un emigrante alcanzó una posición alta en la sociedad por lo que lo supera, y todo esto sumado por un lapso de veinte años ha originado que este ciudadano oriundo o nacional haya llegado a una situación de total hartazgo y vea con malos ojos al emigrante o rechace cualquier situación que implique globalización. Finalmente, luego de más de veinte años de este modelo. Empiezan a surgir las primeras consecuencias de este desencanto. El neo-nacionalismo, la voz de protesta que Trump tan inteligentemente ha captado de sus votantes y el referéndum de Reino Unido por el Brexit que ni el gobierno ni las ciudades cosmopolitas apoyaron, son un reflejo de esta tendencia y las primeras acciones visibles. Esto, obviamente, es un retroceso. El panorama es incierto, seguirán apareciendo líderes nacionalistas y acciones que busquen desprenderse de la corriente global que fue la tendencia del mundo en los últimos veinte años. Aunque, aún la corriente globalizadora es el eje en la forma de pensar de las transnacionales y los consumidores de las grandes ciudades, hay que tener en cuenta que estos no son la mayoría, sino el Brexit no hubiera ganado, aunque sea por margen estrecho. Veremos cómo le va a Trump en las presidenciales, un candidato que claramente tiene el voto nacionalista poco ilustrado, el gringo de adentro; en contra del voto moderado, liberal, cosmopolita, de los que apoyarán a Hilary. Si Trump triunfa será la segunda victoria del neo-nacionalismo y estoy seguro el comienzo de una nueva era.