Siempre he escuchado ese
término llamado “líderes de opinión”, por el cual entiendo, se refieren a
personas cuya opinión es suscrita o tomada por mucha gente que los sigue a
través de los medios donde hablan o escriben. Pero no he obtenido respuesta al
pensar cómo puede medirse el arrastre de los llamados “líderes de opinión”, me
imagino que a través de la compra de los diarios donde estos escriben o el
rating de los programas de tv o radio donde aparecen. Otra medida pueden ser
las encuestas, pero aquí en el Perú las encuestas son muy relativas porque son
preguntas predeterminadas que te arrastran a tal o cual respuesta y además
responden muchas a veces a las empresas que las contratan y además y creo lo
más importante, porque los peruanos un poco que contestan lo políticamente
correcto o de moda, un mero cliché sin tener un verdadero argumento que
sustente su respuesta.
En los pasados meses, por
ejemplo hemos tenido una situación política que ha tenido al Perú o al menos a
Lima como única agenda, o al menos eso parecía. La famosa mina Conga y a los
dirigentes antimineros que la negaban a rajatabla. Pues bien, el primer
gabinete del presidente Humala obtuvo su fin gracias al primer clímax que
alcanzó este asunto y por ende hubo un segundo gabinete presidido por un
exmilitar y empresario con un porte que auguraba más mano dura departe del
gobierno. Luego de intentar algunos esfuerzos por el diálogo este se estrelló
con la negativa de los antimineros que simplemente decían no a la mina Conga,
el gobierno planteó algunas salidas, trató de negociar intereses y no posturas,
se mandó un arbitraje y se demostraron y refutaron varios mitos creados
alrededor, simplemente la postura antiminera quedó intacta y pues bueno, ante
un gobierno regional rebelde y alguna población organizada cuyas protestas van
más allá del simple discurso al delito, pues tocó imponer la ley por la fuerza
y ese detonante consiguió el derrumbe del segundo gabinete o mejor dicho
premier del gobierno Humala, pero lo que verdaderamente lo consiguió, no fueron
en sí las protestas, sino las posiciones de los famosos líderes de opinión,
muchas de ellas personas que ven mala cualquier acción del gobierno, pues su
posición crítica los obliga a ver solo esto. Entonces tuvimos una situación
donde día a día los líderes de opinión declaraban la necesidad del diálogo y a
la vez de imponer la ley, pero ante tan bellas palabras y frases que suenan muy
bonitas, en la realidad práctica no fue más que una contradicción, porque cómo
puedes dialogar ante un no rotundo, como puedes dialogar o buscar salidas
alternas cuando la protesta es ante un solo pedido, un no a una sola cosa y
además luego pides imponer la ley y cuando la impones se critica por las
muertes o por la impericia del arresto de un protestante, pues el uso de la fuerza tiene consecuencias y estas pueden
ser muy impopulares y lamentablemente ante posiciones tan extremas o se cede o
no se cede y si no se cede pues se tiene que imponer el orden y el control y si
por culpa de fuerzas rebeldes y desmanes terminan habiendo muertes pues los
únicos responsables son los causantes de desmanes no la autoridad. La opinión
pública era que la ley debía imponerse y no se cuestionaba las acciones de la
autoridad, pero los famosos líderes de opinión, idealistas sentados en un
escritorio, simples observadores sin responsabilidad o deber alguno juzgaron la
falta de diálogo o impericia del gobierno y aplicaron u cargamontón a las
autoridades, quizá por cliché o por repetición las personas comunes podían
estar de acuerdo por estas posiciones pero en realidad estas no eran sus
opiniones, porque al final lo que se quería era que la ley impere y el revuelo
se acabe, la opinión de estos señores con presencia mediática se volvía
entonces casi como una opinión pública, casi, pero lo que era en realidad, una
opinión mediática. La debilidad del gobierno o del mandatario tal vez fue
hacerle demasiado caso, tal vez al ver las encuestas que lo seguían colocando
en bajada lo terminó de asustar, pero la verdad es que la opinión mediática lo
terminó de liquidar, porque ante tan abrumadoras opiniones, lo hacían pensar
que quizá la población a través de la opinión pública lo seguiría desaprobando,
cuando lo cierto es que al no ser un presidente que le arroje simpatías a la
gente, cualquier hecho que se vea mal será maximizado, entonces no se debería
dejar llevar por estas opiniones engañosas que al mismo tiempo aprueban sus
medidas de fuerza y desaprueban los resultados al ver ciertos errores o simplemente
hechos agrandados.
La opinión mediática juega un
rol muy importante quien lo va a negar, pero su mirada y crítica es desde un
balcón y sus consejos u observancias son ideales teóricos o retóricos, mas no
prácticas porque no se ven envueltas en las circunstancias reales de la
situación. Al final y para continuar con el ejemplo de la mina Conga, se ha
consumido un segundo premier y la situación dista mucho de arreglarse por lo
menos a través del diálogo, porque el dirigente rebelde sigue con su único
postulado y el gobierno no tiene nada más que dar en una supuesta negociación,
que no lo es porque en una negociación hay parámetros mayores y menores y aquí
hay un solo punto de agenda y una sola salida y esta salida es totalmente impopular
al menos con sector más productivo de la población, el que al fin y al cabo es
que el que aporta a la economía. Al final si se cede, sería una catástrofe
política, muy al margen de los efectos económicos por el precedente terrible que
se crearíay si no se cede se terminará imponiendo la ley por la fuerza con
todos los efectos colaterales o directos que esta trae y se habrá perdido quizá
uno o dos premieres más. Se habrá desgastado aún más la imagen del presidente y
la opinión mediática seguirá crítica y demandando más gestos ideales pero no
reales. Esa es la opinión mediática.